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VIOLETA PARRA, A 42 AÑOS DE SU MUERTE EN UN MUNDO MUERTO

domingo, 1 de febrero de 2009


La conoci cuando tenia 7 u 8 años...bien no lo recuerdo.....fue amor a primera oida, luego tomamos vino y cantamos juntos...cuando tenia pena iba a verla , ella siempre estaba ahi para consolarme...yo le llebava cactus de regalo...de la poblacion lo hermida en peñalolen caminando hasta el cementerio, guitarra al hombro y unas cajitas de vino..... a veces llovia mucho y el titi me acompañaba....

Encontre esta biografia , hay muchas mas.... pero escogi esta:

Violeta Parra nació en calle Roble de San Carlos, Chile, en una humilde casa. Hija de Nicanor Parra y Clarisa Sandoval, junto con sus cinco hermanos y dos medio hermanos. Clarisa se afanaba sobre la máquina de coser para cooperar a la mantención de la numerosa prole. Violeta sufría continuamente de enfermedades, incluyendo un ataque de viruela a los tres años. Cuando mejoraba, se divertía junto a sus hermanos en las aguas del vecino río Cautín y en los aserraderos y barracas del sector.

Hacia 1927, la familia viaja a Chillán. Durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, cientos de empleados fiscales fueron exonerados, y la madre de Violeta hizo lo imposible para mantener el hogar a flote cosiendo infatigablemente, lavando, vendiendo y comprando lo necesario.

Los niños revelaron precozmente su inclinación al espectáculo. Imitaban a los artistas de los circos que se instalaban en las proximidades del hogar. Se disfrazaban con atuendos de papel; Violeta y su hermano Lalo, cantaban a dúo y montaron varias representaciones por la que cobraban entradas a los niños. Violeta empezó a tocar la guitarra a los 9 años, mientras que a los 12 compuso sus primeras canciones.

Realizó los cursos primarios y estuvo un año en la escuela normal, pero abandonó los estudios y tuvo que trabajar en el campo para ayudar a su familia, ya que su padre enfermó gravemente. Los hijos de la familia lucharon por sobrevivir saliendo a cantar en restaurantes, posadas, circos, trenes, campos, pueblos, calles e incluso en burdeles.

Llegada a Santiago

Los problemas económicos se agravaron en gran parte, cuando el padre de familia falleció en 1929. Violeta se fue a vivir a Santiago a los 15 años, invitada por su hermano Nicanor, que estaba estudiando allí. Retomó los estudios en la Escuela Normal de Niñas, donde no se sintió a gusto, porque es el canto y no la escuela lo que le interesa. Por ello, la abandonó y se presentó en bares, quintas de recreo y pequeñas salas de barrio junto con su hermana Hilda, en un dúo de música folclórica llamado Las Hermanas Parra. Hicieron de este trabajo una fuente de ingresos.

En 1935, su madre y sus hermanos llegaron a Santiago y se instalaron en la comuna de Quinta Normal. Se casó con el empleado ferroviario Luis Cereceda en 1938, y con él tuvo dos hijos, que también se convirtieron en importantes músicos: Ángel e Isabel, que llegaron al ambiente artístico utilizando el apellido materno. El matrimonio, que vivió temporalmente en Valparaíso, no tardó en presentar inconvenientes, dado el carácter inquieto y lleno de distracciones de Violeta (que cantaba en botes del puerto, se presentaba en radios y se había unido a un grupo de teatro), que no se acomodaban al ideal convencional de esposa casera de Luis Cereceda. Se separaron en 1948. En la misma época, editó sus primeros discos junto con su hermana Hilda, para el sello RCA Victor. Se trataba de grabaciones en formato single de canciones populares chilenas, como "El Caleuche", "La Cueca del Payaso" y "La Viudita". El dúo funcionó de manera constante hasta 1953.

Fue posiblemente la soltería lo que impulsó a Violeta a continuar su labor creativa en diversos escenarios de la capital. A principios de la década de los 50, comenzó su extensa labor de recopilación de tradiciones musicales en diversos barrios de Santiago, y por todo el país. En estas andanzas, conoció a diversos poetas chilenos, incluyendo a Pablo Neruda y Pablo de Rokha. Su hermano Nicanor la estimuló a asumir con personalidad propia la defensa de la auténtica música popular chilena, en contra de los estereotipos que hasta ese momento se manejaban. Es así como su repertorio, hasta entonces basado en valses peruanos, corridos mexicanos, boleros y cantos españoles, pasa a las canciones más tradicionales del campo chileno, que le permiten descubrir los valores de la identidad nacional como ningún otro artista lo había hecho antes.

Esta labor de recopilación está plasmada en más de tres mil canciones, reunidas en un libro (Cantos Folclóricos Chilenos) y sus primeros discos en solitario, editados por EMI Odeón.

Los primeros viajes

Así, en 1953 grabó los exitosos sencillos "Casamiento de Negros" y "Qué Pena Siente el Alma", que se convirtieron en dos de sus canciones más conocidas. Al año siguiente (1954), mantuvo en la Radio Chilena el programa Canta Violeta Parra, y ganó el Premio Caupolicán a la folclorista del año, lo que le valió una invitación para presentarse en un festival juvenil en Varsovia, Polonia. Aprovechó este viaje para recorrer la Unión Soviética y partes de Europa. Fue particularmente provechosa su estancia en París, ya que allí grabó sus primeros larga duración (Guitare et Chant: Chants et Danses du Chili, editado en 1956, y una serie de canciones grabadas que se editarían en diversas compilaciones posteriormente), que incluían exclusivamente canciones recopiladas del folclore chileno. El éxito obtenido en Europa era inédito para cualquier artista chileno, y Violeta se llenó de inspiración y creatividad.

Sin embargo, en París tuvo noticias de la muerte de su hija Rosita Clara. En 1958 regresó a Chile, y posiblemente para sobreponerse a la tragedia, su actividad artística se multiplicó. Cuatro discos suyos aparecieron en ese mismo período (Canto y Guitarra, 1957; Acompañada de Guitarra, La Tonada y La Cueca, todos de 1958), en la etiqueta de EMI Odeón, con varias de sus primeras composiciones. Acá asomaba la cantante preocupada de temas sociales ("Yo Canto a la Diferencia"), la brillante constructora de décimas y composiciones poéticas ("Verso por Desengaño") y la musicalizadora de poemas ("Cueca Larga de los Meneses", de su hermano Nicanor). Los discos se grabaron con el mínimo acompañamiento de una guitarra de madera, y en la actualidad se encuentran descontinuados, al igual que su álbum editado en Argentina (donde se censuró su polémica canción social "Por Qué Los Pobres No Tienen") y el álbum Toda Violeta Parra, lanzado en 1960.

Además, su actividad artística se diversificó: trabajó en cerámicas, pinturas al óleo y arpilleras. Trabajó un tiempo en un museo de arte popular y folclórico que ella misma fomentó a crear en la Universidad de Concepción y luego viajó por casi todo Chile, ofreciendo cursos de folclore y recitales.

Una chilena en París

Violeta se sentía más apreciada en el extranjero que en su propio país. Entre 1961 y 1965 residió en Francia, continuando con su intensa actividad artística y constantes recitales, siempre intentando difundir el folclore chileno. Su residencia en París le sirvió para lanzar al mundo del disco a sus hijos Ángel e Isabel, con el mote de Los Parra de Chile, y para continuar con sus grabaciones (el notable disco Recordando a Chile (Una Chilena en París) incluye dos canciones compuestas y cantadas en francés, además de otros temas muy importantes de su carrera, como "Paloma Ausente" y "Arriba Quemando el Sol"; grabó, además, una serie de canciones para el sello Arión, en 1962, que surgirían en diversas recopilaciones con posterioridad). Es una etapa de gran nostalgia, tal como lo atestiguan canciones tan sentidas como "Violeta Ausente".

En 1964, la chilena logró una marca histórica al convertirse en la primera latinoamericana en exponer individualmente en el famoso museo del Louvre. Escribió también un libro (Poesía Popular de Los Andes) y la televisión de Suiza filmó un documental sobre su trabajo (Violeta Parra, Bordadora chilena), que se constituyó en una de las escasas fuentes audiovisuales que hoy se conservan de la artista.

En este período forjó una firme relación junto al musicólogo y antropólogo suizo Gilbert Favré, el gran amor de su vida, y destinatario de sus más importantes composiciones de amor y desamor ("Corazón Maldito", "El Gavilán, Gavilán", "Qué He Sacado con Quererte", entre muchas otras).

Sus textos más combativos surgieron en esta época: canciones como "Miren Cómo Sonríen", "Qué Dirá el Santo Padre", "Arauco Tiene una Pena", "Según el Favor del Viento" formarían la base de la corriente musical conocida como la Nueva Canción Chilena. Las canciones serían recogidas en las numerosas ediciones de Canciones Reencontradas en París

De vuelta

En 1965 Violeta regresó a Chile. Instaló una gran carpa en la comuna de La Reina, con el plan de convertirla en un importante centro de cultura folclórica, junto con sus hijos Ángel e Isabel, y los folcloristas Patricio Manns, Rolando Alarcón y Víctor Jara, entre otros. A pesar de su bello sueño de convertir la carpa en un referente para la cultura de Chile, la respuesta no fue muy motivadora, y el público no la apoyó.

El final

La incomprensión del público chileno fue uno de los factores que desencadenó su muerte. El final de su relación con Gilbert Favre, que se marchó a Bolivia en 1966 (originando una de sus canciones más conocidas, "Run Run Se Fue Pa'l Norte") la dejó en un estado de ánimo muy vulnerable, lo fue a ver a Bolivia y lo encontró casado. Las últimas canciones que escribió se reunieron en el notable disco Las Últimas Composiciones, lanzado ese mismo año, grabado junto a sus hijos y al músico Alberto Zapicán, y que incluye sus himnos humanitarios "Gracias a la Vida" y "Volver a los 17", además de otras canciones igualmente importantes y conocidas, como el "Rin del Angelito", "Pupila de Águila", "Cantores Que Reflexionan" y "El Albertío", famosas hasta el día de hoy.

El 5 de febrero de 1967, a los 49 años de vida, y tras varios intentos fallidos, Violeta Parra se suicidó en la carpa de La Reina, dejando un legado de esfuerzo y sacrificio a Chile y el mundo.

Legado musical

Violeta dejó una gran cantidad de música inédita, que se ha ido conociendo en el último tiempo. Algunas de sus Décimas Autobiográficas (ya editadas en libro) habían sido grabadas con voz de Violeta, y fueron recopiladas en un Long Play editado por Alerce, en 1976, después se amplió a (Décimas y Centésimas) al igual que un concierto en vivo otorgado en Ginebra (Violeta Parra en Ginebra) y sus peculiares Composiciones para Guitarra, álbumes que vieron la luz en 1999.

.Pero sin duda lo que resulta un aporte real a la musica es el rescate de la tradición musical : el canto a lo divino (el rin del angelito, verso por una niña muerta, por ejemplo), el lamento mapuche, sus canciones nortinas, sin dejar de lado su gran sensibilidad social en canciones como: Que diría el santo padre,Mazurquica modernica, Rodriguez y Recabarren, La carta, etc. Por todo lo anterior ella es considerada la madre del folklor latinoamericano.

Cabe destacar en el legado musical de Violeta sus interesantes composiciones instrumentales para guitarra, donde conjuga folclorismo y modernidad.

Una gran cantidad de canciones de Violeta han sido versionadas por sus hijos Ángel e Isabel, mientras que su nieto Ángel Parra Orrego ha editado un disco con las "anticuecas" en 1994, y Tita Parra lanzó una continuación de su trabajo de "décimas", con el título de Centésimas del Alma en 1998.

Legado artístico

Exposiciones individuales

  • 1964: Exposición individual del cuerpo humano(desnuda)Louvre, París, Francia.
  • 2003: Óleos de Violeta Parra, Palacio Consistorial de la I. Municipalidad de Santiago, Santiago.

Exposiciones colectivas

  • Ferias de Artes Plásticas al aire libre, Museo de Arte Contemporáneo, Universidad de Chile, Santiago.
  • 1959: Exposición pictórica en Buenos Aires, Argentina.
  • Exposición en Ginebra, Suiza.

Obras en colecciones particulares

  • Velorio de Angelito, bordado sobre tela, 27 x 41 cm
  • La Hija Curiosa, óleo sobre madera, 36 x 46 cm
  • El Machitún, óleo sobre madera, 31 x 46 cm
  • Contra la Guerra, bordado sobre arpillera, 144 x 192 cm
  • Combate Naval I, bordado sobre aspillera, 225 x 130 cm
  • El Circo, bordado sobre tela
  • Árboles Coloridos, óleo sobre madera, 46 x 23 cm
  • La Cantante Calva, 1960, bordado sobre yute natural, 136 x 46 cm
  • Leyendo El Peneca, 1965, óleo sobre madera, 51 x 73 cm